domingo, 26 de diciembre de 2021

Perdidos.

 De nuevo como una espiral, hieres sin estar y regresas. Lo que eres hoy no es ni una ventisca, pero aun así tu recuerdo es una navaja que se adhiere a mi pecho, ¿cómo terminamos así? Odiándonos, con razón, tanta razón. 


Tú sigues aquellas risas burlonas y piso el camino de espinas que se desprenden de tu piel, parece que caen de ti como las escamas de los reptiles, veo lo que eres detrás de todo ello. Un nuevo ser. 

Mientras avanzo más y más, noto la sangre que gotea de las plantas de mis pies, ya se ve tan bello ese carmesí al tenerlo por ti. "Me lastimas", te grito, y así es como pasamos una eternidad en este bucle, en el cual creía que no me escuchabas, pero en un momento te volteas y te miro de nuevo, mi ser da un vuelco. "Lo sé, y no lo siento. Vete ya."

Te quedas de pie del otro lado de la oscuridad, soy yo ahora la que me desvanezco. 


Lloro por mí por primera vez, y me doy cuenta de cuanto me perdí en ti, esta soy. 

Observo a la luna después de tanto tiempo, "descansa", susurra a lo lejos. 

Caigo, pero ahora no duele. Cierro los ojos y no te veo en ellos. 


Nos perdimos, por fin, después de tanto tiempo, y sonará masoquista, pero después de todo el daño que me afligiste, te lo agradezco.  

martes, 19 de octubre de 2021

Aferrada y ahogada en tu ausencia.

Es de nuevo de madrugada. Pensé que las pesadillas habían terminado, y que el insomnio no asecharía de nuevo, pero no era así.

El sosiego me persigue, como yo a la vida, y así nos vamos lentamente hasta el final.

"¿Hola? ¿Estás ahí?", pregunto al tocar a tu puerta.

"Aquí estoy", me dices desde el otro lado, y aun así no puedo verte.

"¿Dónde estás?", toco otra vez, con más fuerza.

"Aquí, sigo aquí." Tu voz se escucha diferente, más profunda, menos llena.

Te mantienes ausente.

Escribo mil y un poemas, en cada esquina de los versos te encuentras, como si las letras te formasen.

Se manchan las paredes de azul, el periodo violeta a empezado otra vez, maldigo por esto.

"¿Dónde estás?" Repito.

"Allá." Me respondes de cerca.

Ahora te siento, tan distante como el sol de la tierra, y aun así quemas cuando estás directo a mí, ¿cómo le explico a mi corazón que ya debe de dejar de latir? La sangre no bombea pero el aire mantiene el ritmo.

La onomatopeya suena, "bom, bom, bom".

Una y otra vez, y otra vez.

Suspiro de nuevo, me une a ti una fuerza que no entiendo. Siguen las cadenas rodeando mis muñecas, y creo que ya me acostumbré a ellas, las marcas son besadas por tu recuerdo.

¡Ay, como extraño tus besos!

"¿Dónde estás?" Mi voz suena ajena.

"A tu lado, ¿no me ves?" Siento la brisa de otoño despeinando mis cabellos, casi puedo palpar tu cuerpo, tus dedos se encuentran enredándose entre mi piel, pero aun así no te observo.

Mojo mis pies en el mar, está pintado de índigo, pero no cualquier índigo, sino índigo pictórico, porque es tan específico como las palabras que rebusco para poder decirte lo que siento.

El río eres tú, me hundo por completo, pero al estar en el fondo encuentro que el líquido está seco. Algo se mancha, yo grito, desaparecemos. "¿Dónde estás?" Susurro a tu oído.

El silencio llena la habitación, abro los ojos por primera vez, te puedo ver frente a mí, un retrato enaltecido de cada unas de tus palabras, tu risa resuena en un lugar lejano que no me alcanza, no estás, entonces me doy cuenta que estoy sola.

En la oscuridad busco tu presencia, en las noches más tristes te invoco, tu voz, tus besos, tus caricias, tú.

Me sonríes sin ser.

Aquí estás. Me sumerjo en ti. Y me pierdo otra vez.

"¿Dónde estoy?" Digo mientras mis ojos se cierran.

"Estás en casa." El silencio se acaba, no hay ya nada, ni siquiera la ausencia permanece.

"Aquí estoy." Y todo se va. Nosotros jamás existimos en realidad.

Estrella

Todavía escucho el sonido de tu ausencia. Suena como el mar rompiendo contra las rocas.

El llanto de un niño. Mi corazón quebrándose. Se desprende de mí algo que desconocía que estaba.

Llevo días escuchando tu voz, parece que invoca mi presencia ¿dónde estás? Sigo aquel eco, y al final puedo ver mi reflejo, soy yo la que estuvo llamando, te buscaba a ti.

El tiempo pasa y creo que el egoísmo es lo que mantiene el deseo, no nos pertenecemos.

Mi ser será llamado por alguien más, lo presiento. Mis sentimientos ya no te reconocen, a veces tampoco a mí.

Supongo que llegamos a esto, es la conclusión de mi trayecto. Dueles pero no hieres, porque no estás, realmente jamás lo estuviste, solo fuiste vapor que salía de mi sentir al pensarte, una sombra que imaginé en las noches que estaba sola, pero por fin fui capaz de ver que faltabas.

Así me he sentido, llenando un hueco que yo misma imaginé. Y lo lamento.

martes, 23 de marzo de 2021

 Me pregunté un día cuando comenzó esto. Este dolor que llega en las noches más solitarias y oscuras, cuando me siento desprotegida y sola, cuando el silencio es tal que se presenta esa voz en mi cabeza diciendo tantas cosas. Esa voz es mi voz. 

Y cada que esto llega y lo supero, pienso que será al última vez, que no volveré a llorar por lo mismo, que no volveré a sentir este mismo dolor. Pero no es así, siempre vuelve, a veces más fuerte, a veces más débil. ¿Cómo alguien puede hundirse a si mismo tantas veces?

A veces aquella voz dura atormentándome por semanas, me captura, y yo misma me vuelvo una prisión. Me quedo sin habla, y mi cuerpo parece manejarse sin razón. Y --- deja de ser ---, ¿Quién es esa chica que veo en el reflejo? No lo sé, pero tampoco puede sonreír. 


Cada cosa que toco se moja, así que intento alejarme de todo para no empaparlo de mi tristeza. Me da miedo romperlo como yo lo estoy. Y a veces me pregunto si será la última vez, si está sí lo será, pero por suerte no lo es. Regresó, a veces mejor, a veces solo finjo que todo está bien. 


No sabría como describirlo, pero sé que se siente como cuando estás enfermo, como una gripe, que sabes que viene a ti una o dos veces al año. Que puede regresar y que, si se descuida, puede acabar mal. 

Porque hay días donde uno sale sin chaqueta y sin paraguas, sale confiando en que la luz del sol te iluminará todo el día, uno no debe tener miedo a hacerlo, pero tampoco controlamos lo que pasa. Simplemente llueve, el aire te congela y vuelves a caer en cama. 

Vuelvo a no poderme levantar, vuelvo a no poder probar nada, no querer nada más que dormir todo el día, no sé si es porque realmente desee descansar o porque no deseo pensar. Mi cuerpo no solo se vuelve débil, sino mi alma, pero a diferencia de cuando me da una resfriado, aquí no hay una medicina que realmente me pueda curar, no puedo explicar los síntomas, ni explicar como se repiten una y otra vez. Solo me siento tonta al descuidarme. 


Hoy el sol brilla, mañana no sé si lo hará. Pero es lo que queda. Esperar que lo mejor pase, y pensar que tengo la suerte de que hoy puedo ser yo. De que hoy las voces están calladas, aunque ya sé cuando se aproximan, ya lo conozco. Noto las nubes aparecer sobre mí, pero está bien. Siempre está todo bien. Siempre ha sido así. 

Es más fácil hablar de la enfermedad cuando uno se siente curado que cuando está enfermo, espero poder seguir contando sobre mi estado. En serio espero que sí.