miércoles, 6 de abril de 2022

Ya no somos plural.

 Todo es como un ciclo de recuerdos, va y viene aquello que me ha ahogado aunque el mar esté completamente seco. 

¿Dónde vamos? Es algo que por fin tengo respuesta, después de meses lo supe, lo único que cambia es el plural en ello, el camino es pequeño, supongo que desde hace mucho era así, yo te arrastré conmigo, a tu fantasma, pero ya ni lo que fue cabe sobre la tierra.



Es de nuevo primavera, ¿cómo es que pasaron todas las estaciones y jamás sanamos? No las heridas, sino nosotros. 

Tú me empujaste a un abismo y mientras caía me di cuenta que no me dolía el pensar en el estrepitoso golpe que venía, ni siquiera pensé en la agonía que recorrió cada centímetro de mi cuerpo al tocar el suelo duro y frío, nada de eso importaba, ni la sangre, ni mi cuerpo suplicando por descansar, lo que realmente me dolía era encontrarme sola en ese lugar, sin ti.

Pero ya no importa, ¿por qué escribo a tu nombre si te he olvidado? 


Eso lo puedo responder ya, te invoco solo para poder plasmar ahora, después de que te robaste mi ser entero, yo te robo en mis recuerdos, como si fueses mi musa, una que reflejo como si fueses el yugo sobre mi espalda, y aunque todo el mundo piensa en la daga que me encajaste para herirme, yo ya estoy sanada. 

Así que eso eres ahora para mí, algo que jamás sabrás, algo que ya ni siquiera importa en realidad, solo un arma tan vieja que se va rompiendo en cachitos tan pequeños que ni siquiera es capaz de hacer un mínimo rasguño, sin embargo, te usaré hasta el final de los días quedan de tu recuerdo; que supongo que son pocos. 


Porque ya es primavera de nuevo, el calor azota contra mi cuerpo, como hace un año cuando te quería, como hace 12 meses que solíamos dormir entre risas, como hace 52 semanas que pensaba que por ti todo lo demás no importaba, como hace 365 que te lloré y tú solo te fuiste dándome la espalda, una y otra vez.


Las flores de ese tiempo ya se marchitaron, y algo nuevo ha florecido, más radiante, más cálido, lo siento entre mis manos, la dulce caricia de lo que es la realidad. 

Y no tengo nada que perdonarte, no tienes tampoco nada que decirme, porque nos evaporamos y dejamos de existir, pues ya no somos plural.